jueves, 13 de marzo de 2014

Dios puede salvar tu matrimonio...

¿QUEDA ALGUNA ESPERANZA?

by David Wilkerson | March 13, 2014
En desesperación, David clamó: “Señor, oye mi voz; Estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica” (Salmo 130:2). Esto me suena al ruego de un hombre moribundo. Es obvio que David no estaba haciendo “oraciones solo con el pensamiento”. El estaba con el rostro en tierra, quebrantado, contrito, rogando a Dios desde lo más profundo de su corazón.

David sabía que su alma necesitaba ser libertada y se volvió sólo a Dios para encontrar esa liberación. Él concluyó: “Estoy en una condición tan desesperada que sólo el Señor puede ayudarme ahora. No puedo depender de consejeros, amigos, o familia. Mi única esperanza está en la oración. ¡Así que voy a clamar día y noche hasta que Dios escuche mi súplica!

Muchos matrimonios cristianos necesitan el tipo de liberación que David buscaba. En todo lugar veo parejas hundiéndose en el pozo oscuro de la desesperación. Cónyuges que dicen amarse el uno al otro, pero que ni siquiera se comunican de buena manera. Demuestran más bondad a un extraño que a su cónyuge. Con el tiempo, su hogar se ha convertido en un lugar frio de absoluta mediocridad. No se dan cuenta, pero van en caída libre hacia la destrucción, su relación está girando rápidamente fuera de control. Quizás tu matrimonio ha caído, ambos han tocado fondo, y te despiertas cada día preguntándote si queda alguna esperanza.

Amado, necesitas despertar a tu condición. Has caído en un hoyo oscuro, lleno de actitudes impías, y esta condición no desaparecerá por sí sola. Si no actúas, empeorará hasta que finalmente uno de ustedes terminará con el matrimonio.

¡Despierta ahora a la voz del Espíritu Santo! Hay pecado en tu matrimonio y está siendo cometido por ambos, tú y tu cónyuge. Tienen que confrontarlo, o permanecerán en el fondo del pozo oscuro para siempre.

Así que, ¿a quién estás llevando tus penas? ¿Te estás desahogando con tu mejor amigo? Si es así, ¿estás simplemente creando un caso en contra de tu cónyuge? Si estás viendo a un consejero, ¿estás simplemente buscando una justificación para terminarlo todo?

Por favor no malinterpretes mis preguntas, yo creo en la consejería matrimonial, pero si de verdad quieres llegar al fondo del problema, sólo existe un lugar donde ir. ¡No tienes que mirar más lejos que en tu propio corazón! El pecado esta allí mismo dentro de ti y, al igual que David, necesitas clamar al Señor por misericordia.

miércoles, 12 de marzo de 2014

El hogar de los Wesley - El padre de Juan y Carlos Wesley

Samuel Wesley
EL PADRE DE JUAN Y CARLOS WESLEY

Samuel Wesley fue predicador en el pueblecito de Epworth, en la iglesia anglicana. Anteriormente había vivido en diferentes lugares; pero, en Epworth fue dónde Juan y Carlos se criaron. Samuel fue un hombre de disciplina y celo, regularmente estuvo bien firme en sus propias opiniones. Esta situación le provocó persecuciones y problemas que bien pudieron ser evitados, si se hubiere ocupado en la humildad. Con todo, las persecuciones que sufrió la familia prepararon a los hijos para las mismas, pues las sufrieron en el futuro. Y, el ejemplo paciente de su padre en los sufrimientos fortaleció a los hijos también.

Un rasgo que él y su esposa tenían en común fue la tenacidad en cuanto a no echar por tierra sus convicciones; y parece ser que los hijos heredaron lo mismo. Los dos valoraron el orden en su forma de vida; y así mismo fueron conocidos los hijos, por sus vidas ordenadas. Estudiando el hogar de los Wesley, se nota que la tenacidad de los padres a veces les causó problemas, pues cualquier pareja dogmática que viva junta tendrá diferencias entre sí. Pero, a pesar de esto, no desistiendo en nada, la madre se dio a la tarea de criar a sus hijos y a manejar la casa de Samuel.

Samuel fue autor y pastor, y a consecuencia de las frecuentes visitas que hacía, estuvo muy ocupado. Pues fue compasivo, se dio a conocer por sus numerosas visitas a las cárceles. Pagó los costos de su educación universitaria, viviendo felizmente en la pobreza a razón de esto.

También, fue poeta, escribió poesía y prosa en el transcurso de su vida. Ninguna de sus obras perduró, pero algunos de sus hijos recibieron el mismo don; y Carlos sobresalió en éste, escribiendo miles de canciones. Sin duda el talento de Carlos fue inspirado al ver a su papá trabajando hora tras hora en sus propias obras. Oh, ¡la sabiduría de Dios, es inescrutable!

Parece ser que Samuel tuvo sueños y visiones que quería llevar a cabo, pero no pudo realizarlos. Concibió el plan de mandar misioneros a China, India y a todos los territorios británicos, ofreciendo que él y su familia se irían para guiar la obra.

Quizás debe considerarse a Samuel como un profeta en cierto sentido. En sus últimos días profetizó acerca del surgimiento de un avivamiento, diciéndoles a sus hijos: —Ustedes lo verán, pero yo no.

Para concluir, debo añadir lo siguiente: Samuel no era un padre de primera clase. Sin embargo, su hogar fue conocido por doquier como uno de los más piadosos de su tiempo. Sin duda que él ayudó a tal reputación.

lunes, 3 de marzo de 2014

El hogar de los Wesley - Juan y Carlos Wesley

¿Qué cristiano no conoce estos nombres?

Aunque la mayoría de los lectores de este libro no fueran metodistas, pienso que una gran parte ha oído hablar de ellos. Durante un vuelo en avión, hablaba con un metodista, y le dije: "Bueno, no soy metodista, pero quiero amar y servir a Dios cómo Juan Wesley lo hizo; él es uno de mis personajes ejemplares".

Durante las primeras décadas del siglo XVIII, Inglaterra estaba muy abatida espiritualmente. De hecho, estaba en uno de sus estadios más bajos. Pecado del tipo más feo abundaba en cada nivel de la sociedad, y parecía que no había esperanza que la Iglesia pudiera despertar y parar su deslizamiento hacia la iniquidad. Sin embargo, igual como Dios proveyó a Ana en los días de Israel, así hubo una "señora elegida" en Epworth, Inglaterra, llamada Susana Wesley, quien se preocupó por sus hijos. Sin saberlo ella, Dios le guió a criar a un profeta y a un salmista, los que juntos despertarían a la nación, y además, al mundo entero.

Eso sucedió hace trescientos años y todavía sus voces claman en el cristianismo del siglo XXI. ¿Qué predicador no ha usado un dicho o un ejemplo de la vida de Juan Wesley? ¿Qué asamblea de cristianos no ha cantado uno de los himnos de Carlos? El impacto de las vidas de estos dos hombres es inmedible. Es claro que Dios en su previo conocimiento iba guiando y velando sobre el entrenamiento de ellos. En este estudio se quiere indagar sobre la vida hogareña de Samuel y Susana Wesley, padres de Juan y Carlos.

Meditando sobre la herencia de estos dos hombres, mi corazón se aferra a una de las promesas de Dios, tocante a nuestros hijos. Se encuentra la misma en Isaías 59:21, y fue escrita en el contexto del adversario, el que ataca la piedad. Es una promesa a los que dejaran atrás al pecado.

"... El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre."

¡Qué hermoso modo de pelear contra los enemigos de nuestro Dios! Tres generaciones de gente que no pondrían a un lado las verdades de Dios. ¡Qué nosotros también nos aferremos al poder de esta estrategia! Queda claro que el diablo lo entiende, y que pelea con todas sus fuerzas para detenerlo.

Estudiando las genealogías de las dos ascendencias, de Juan y Carlos, encontramos un carácter noble en las dos. Ambos linajes tuvieron personas que trabajaron en la obra de Dios, en la Inglaterra de aquellos tiempos. Y cada generación siguiente fue impactada en esto. Las controversias acerca de las prácticas de la "alta" iglesia, la no-conformidad y el estado espantoso de la iglesia en general fueron candentes. En el comedor tuvieron charlas extendidas acerca de los mismos temas. El abuelo de Samuel, cuando murió estaba muy triste a razón de las persecuciones que él y otras personas de su familia habían sufrido. Un tío de Samuel, llamado Juan, fue cazado como un zorro, fue echado a la cárcel varias veces y al fin murió de una enfermedad que las mismas persecuciones le provocaron; a los 34 años de edad. Se dijo que Juan el hijo de Samuel fue imagen de Juan, el tío de su padre, por su fogoso celo y energía.


En el linaje del lado de la madre, encontramos el mismo caso. El padre de Susana, el Sr. Annesley, fue muy conocido como predicador puritano. Sirvió en varias iglesias anglicanas hasta que las controversias acerca de la no-conformidad se levantaron. Luego, se retiró de la iglesia-estado y se hizo puritano. Esto le costó mucho y tuvo que luchar constantemente durante sus 30 años siguientes. Muchos consideraron a este hombre igual al apóstol Pablo, y su forma de vida muestra claramente que era un puritano de mucha influencia. Por todo esto los padres de Juan y Carlos heredaron una gran carga acerca del avivamiento. La misma carga fue heredada a los hijos. Y, una vez entendido que Dios quería un avivamiento y una reforma en la iglesia, Juan y Carlos se pusieron a la obra de todo corazón.

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Continuaremos próximamente con otro artículo de la familia Wesley, una familia acorde al plan de Dios y que debido a ello, la Inglaterra de aquel tiempo fue transformada de manera radical.

Tal vez quisiéramos ver a un México diferente, lo cual es posible, pero para eso se requiere de matrimonios comprometidos con Dios, para hacer su voluntad y conducir a los hijos de una manera bíblica, de tal suerte que nuestro país experimente un cambio absolutamente radical; esa obra solo la puede hacer Dios.

¿Querrás imitar a los Wesley?

¡Dios quiera que lo anheles y lo lleves a cabo!

sábado, 28 de septiembre de 2013

La meta es tener una familia cristiana - 8a Conferencia

Muchas personas se fijan metas en la vida, muchas de ellas muy loables y de una importancia muy grande, tanto así, que esas personas llegan a ser reconocidas por muchas otras que pueden incluso ver en dichas personas un ejemplo para seguir. Sin embargo, en lo que a la familia se refiere, nadie o muy pocos se preocupan por una meta de una importancia sublime: tener una familia conforme al corazón de Cristo.

Todas estas enseñanzas que te hemos estado presentando en este blog tienen por finalidad el que tú veas esa meta y la contemples para poderla llevar a cabo; finalmente, es una meta que tendrá trascendencia eterna.

Te invitamos a que escuches esta conferencia final del ciclo, precisamente llamada La meta es tener una familia cristiana, esperando que sea de una bendición muy grande para ti y para toda tu familia.

Anhelamos que al terminar de escuchar el audio, Dios ponga en tu corazón el querer una familia que agrade y glorifique su Nombre.

Haz clic aquí para ir al audio.

Hasta pronto...


viernes, 13 de septiembre de 2013

Es posible tener una familia cristiana - 7a Conferencia

Qué tal, esperamos que se encuentren bien con la gracia de Dios. Primeramente rogar una disculpa por este tiempo en el que no se estuvieron publicando los audios que restan del tema que hemos estado presentando acerca de la familia, pero hoy queremos ponerlos a tu disposición para que los escuches, anhelando que te sea de gran bendición retomar estos temas.

Te invitamos a que escuches la séptima conferencia de este ciclo de enseñanzas acerca de la familia,haz clic aquí para ir al audio.

Saludos, que Dios te bendiga.


martes, 11 de junio de 2013

Lo que la Biblia enseña acerca del cuidado de nuestros padres





Las generaciones actuales enfrentan enormes desafíos en cuanto a mantener intacto el hogar, atender las necesidades de los hijos y cuidar de padres ancianos en medio de la alocada vida moderna. Entre éstos, la relación con los padres a veces sufre desproporcionalmente. Hijos y padres a menudo viven lejos, se comunican poco y llega el momento cuando lo único que los une son los recuerdos de la niñez y la herencia. En los próximos párrafos buscamos inspiración en la Palabra de Dios para sostener y mejorar esta relación tan importante.

Jesús entendía perfectamente el significado de “honra a tu padre y a tu madre” (Éxodo 20:12). Él mismo inmortalizó en la cruz su solicitud por María, su madre, al pedirle al joven discípulo Juan que se encargase de ella. Pero, ¿qué significa honrar a nuestros padres en nuestros días? Ayuda saber que en el idioma hebreo, la lengua original de este mandamiento, “honrar” (Kabad) a nuestros padres es reconocer que son personas de peso, personas enriquecidas de valor, personas de importancia.

En el Antiguo Testamento, honrar a los padres se consideraba algo tan sagrado y solemne como la observancia misma del santo sábado. Levítico 19:3 confirma: “Cada uno temerá a su madre y a su padre, y mis días de reposo guardaréis. Yo Jehová vuestro Dios”. Así lo entendió y practicó el rey Salomón, quien al recibir la visita de su madre en el palacio “se inclinó ante ella” y la hizo sentar a la diestra de su trono (1 Reyes 2:19). Con mucha razón entonces escribió más tarde: “¡haz, pues, que tu padre y tu madre se sientan felices y orgullosos!” (Proverbios 23:25, DHH). Para el sabio, no hay edad en la que los padres no sean objeto de honra. En Proverbios 23:22 instruyó: “cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies”. Despreciar es cortar de tajo; en cambio, menospreciar es herir por partes. En cualquiera de los casos es despojarlos del valor que Dios les concedió. Despreciar es lo opuesto de “honrar”. Toda deshonra a los padres, según el pasaje del Antiguo Testamento, hace “maldito” al hijo que lo comete (Deuteronomio 27:16).

Toda maldad hecha contra los padres, es denigrante para el hijo que la practica. Advierte el verso bíblico: “El que roba a su padre o a su madre, e insiste en que no ha pecado, amigo es de gente perversa” (Proverbios 28:24. NVI).

Jesús explica cómo honrar a los padres
Antes que Jesús usara la cruz como su último púlpito para respaldar la honra a los padres, ya había dedicado su atención a explicar este quinto mandamiento del Decálogo (S. Mateo 15:4-6). Es uno de los mandamiento que recibieron una explicación más detallada en las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. Veamos los principios que contienen éste y otros pasajes de la Biblia:

1.Honrar a padre y a madre significa obedercerles 
La orden de obedecer a los padres es tan antigua como la paternidad. El apóstol Pablo aconsejó a los “hijos” en Éfeso: “obedeced en el Señor a vuestros padres” (Efesios 6:1). Es interesante notar que en el idioma griego, la lengua usada originalmente en este pasaje, la palabra “obedeced” (en griego hupakouo), significa “escuchar”. Ésta palabra se usaba para describir al portero que se aproxima a la puerta para escuchar cuidadosamente quién toca, y se refiere también a la capacidad para seguir estrictas instrucciones como las órdenes militares.

En general, la voluntad de los padres debiera ser ley para los hijos. Una obediencia tal pareciera una obediencia absoluta. Más aun si recordamos lo que el apóstol Pablo escribió a los creyentes en Colosa; que la obediencia de los hijos a los padres debe ser “en todo” (Colosenses 3:20). Felizmente, Efesios 6:1 contiene una aclaración: La obediencia de los hijos a los padres está limitada a lo que es “en el Señor”. En otras palabras, ningún hijo está en la obligación de obedecer a sus padres cuando lo que se le pide va en contra de lo que Dios, “el Señor”, nos dice en su Palabra. En tales circunstancias, vale reconocer que es “necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29). Nuestra lealtad a Dios, nuestro Padre celestial, está por encima de nuestra lealtad a los padres terrenales y por encima de cualquier vínculo humano. 

Pero el pasaje en Efesios 6:1, ahora la segunda parte, aclara la razón de la obediencia: “porque esto es justo”. Los padres tienen el derecho de mandar a sus hijos, y los hijos la obligación de someterse a la voz de sus padres porque, por ley natural, nosotros tenemos una vida derivada de nuestros padres. Es justo y razonable entonces que les retribuyamos con la obediencia. La obediencia de hijos a padres es una expresión de equidad natural.

2.Honrar a padre y a madre significa respetarlos 
Pero honrar a “padre y a madre” es algo más que seguir instrucciones, es respetarlos a ellos primeramente como personas. El lenguaje que usamos, los gestos, el trato que les damos cuando fallan y se equivocan, todo debe estar saturado de total respeto. Sencillamente, no debemos ofender a nuestros padres bajo ninguna circunstancia. Cuando explicó este mandamiento, Jesús dijo: “Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente” (S. Mateo 15:4). Esto quiere decir que no darles a los padres el respeto debido es un asunto sumamente delicado. El sabio advirtió: “Al que maldice a su padre o a su madre, se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa” (Proverbios 20:20).

Maldecir incluye toda forma de irrespeto: desde zaherirles hasta mentirles, desde denigrarles hasta gritarles. Dios nos pide que nuestra relación con los padres esté regida por el respeto. Por ejemplo, respeta a sus padres el hijo que no se avergüenza de ellos porque carecen de preparación académica. Los respeta la hija que no se ríe de sus padres cuando, por el efecto de los años, ellos han perdido sus destrezas físicas y mentales que se gastaron mientras, muy seguramente, hacían posible una vida mejor para sus hijos. 

3.Honrar a padre y a madre significa cuidarlos 
Honrar a padre y a madre es algo más que portarse bien para que nunca les llegue ningún mal reporte de nuestra conducta. Jesús abordó a los religiosos de sus días quienes, al parecer, les decían a sus padres que la ayuda que ellos les daban era a la vez su ofrenda a Dios (S. Mateo 15:5). Inmediatamente Jesús les puntualizó que eso era deshonrar a sus padres (vers. 6). 

Además de tratar con buenas palabras a nuestros padres y de obedecerlos, hace falta ir a lo práctico, al tema de su sostén material, particularmente en su tercera edad. El apóstol Pablo escribió: “Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, ellos deben ser los primeros en ayudarla en todas sus necesidades, así como ella antes los cuidó y ayudó” (1 Timoteo 5:4).3 Pablo invoca aquí el argumento de la remuneración para recordarnos a los hijos que nuestros padres ya nos pagaron por adelantado lo que nosotros debemos hacer hoy por ellos. 

El Antiguo Testamento nos habla de lo que José hizo con su anciano padre al mandarlo a traer a Egipto para hacerlo “habitar” y darle en “posesión... lo mejor de la tierra” y cuidar de él asegurándole su “pan” (Génesis 47:11, 12). No olvidemos que la vida da vueltas, y que los que hoy sólo somos hijos, después seremos padres. Tales de Mileto dijo: “El bien que hicieres a tus padres, espéralo de tus hijos”.

Mientras reflexionamos sobre este mandato de la ley de Dios, el primer mandamiento con promesa (Éxodo 20:12; Efesios 6:2), ascendamos la cuesta del Calvario con nuestros padres en mente. Y al llegar frente a las tres cruces, contemplemos y admiremos a Jesús, quien, aunque rodeado de negras penumbras, iluminó el futuro de su madre poniéndola bajo el cuidado del discípulo amado. E inspirados por este santo ejemplo, descendamos en búsqueda de nuestros padres y, con la ayuda de Dios, decidamos ser hijos e hijas amantes, como lo fue Jesús.